Carlos Alberto García - Charly

Convertiste una realidad en una fantasía. Te reíste del progresista y te mofaste del retrógrada. Sos un rayo brillante, y por cierto muy enceguecedor, dentro del paisaje. Cambiaste el marfil por millares de docenas de elogios. Quien te conociera diría que sos un virtuoso, un reflejo de la perfección, quien te observa desde un punto de impotencia, te siente un Dios. Que el destino forje, como tu melodía, una personería indispensable para todos las almas que busquen ser inmortales.

La inseguridad

La inseguridad mató mi equilibrio y eso me condicionó al momento de escribir. No es que no me afecte en otras áreas de la vida, pero el no poder escribir algo que me gustase era, y es, una de las cosas que más me duele. No es porque escriba bien, ni mucho menos, pero es una forma en la que me libero, en la que puedo plasmar lo que se me de la gana, desde una emoción pasajera, una ficción, una nebulosa de ideas.
Nunca me había considerado una persona insegura, todo lo contrario, tengo bien claras mis ideas y mis metas. Después de haberlo analizado durante un largo período, puede haber sido este el causante de mi mal año, y sin darme cuenta, de un momento para otro, descubrí nuevos factores que aparecieron en mi vida con los que tengo que sobrevivir, con los que antes no lidiaba. La verdad es que estos cambios, desde sentimentales, hasta el bendito duelo post secundaria, me hicieron completamente vulnerable y sumergido en esta situación, me vi paralizado, sin posibilidades de mejorar o de empeorar. El miedo a lo desconocido crea un mecanismo de defensa, el cual te atrapa, te envuelve, te abraza y te conforma.
En esta era de cambios la cual siempre ninguneé, blasfemé y me reí a carcajadas me llegó, tal vez un poco temprano, tal vez un poco tarde, quién sabe. Lo importante es reconocerlo, digerirlo y pasarlo.
En la ruta de la vida, mañana pongo segunda.

Dedicado a mi querido Juan Manuel Cardozo, quien aparecerá entre esas personas especiales a las cuales agradeces al publicar un libro.

Al tiempo, infinito, alguien decidió ponerle parámetros e implementarnos en él. No es justo, pero así es la vida.

Un tripulante le pregunta a su capitán, qué es lo que busca el hombre en alta mar. La respuesta en sencilla, querido aprendiz, la inmensidad es el refugio de la austeridad, reconoció el capitán con una mueca de dolor.

Complejos de una destrucción autóctona, rociando con pesticida las pobres imitaciones de mis pensamientos.

El complemento perfecto para mi ineficacia.

Supongo que el hombre deja de buscar la perfección cuando mira un punto y al entenderlo, sonríe.